lunes, 4 de junio de 2012

Educación sanitaria desde los programas de intercambio de jeringuillas

En primer lugar hay que recordar que existen PIJs de muy distintos tipos: unidades móviles, los efectuados por educadores en la calle, los integrados en otros servicios como centros de atención y tratamiento, centros de acogida, farmacias, hospitales, los que se realizan en locales de comités antiSIDA, etc. Todos ellos difieren, además, en los recursos con que cuentan, las comunidades donde desarrollan su actividad, la organización o institución que los lleva a cabo y en otros muchos factores. Intentar proponer sugerencias que se adapten a todos ellos es tarea imposible, algunas serán aceptables para unos y otras para otros.
Igualmente, no está de más hacer notar que tampoco la población usuaria de drogas es homogénea; hay diferencias en cuanto al tipo de droga consumida, la forma de administración, los años de consumo y muchas otras. Los usuarios de drogas son muy diferentes, por lo que es importante conocerlos y ofrecerles alternativas adaptadas.
Trabajo comunitario

Si queremos que los mensajes calen a largo plazo, no podemos trabajar de espaldas a la comunidad donde desarrollamos nuestra labor. Tienen que cambiar los consumidores de drogas, pero también el resto de la población, en el sentido de generar imágenes sociales menos distorsionadas sobre el consumo de drogas. Por eso, es importante trabajar con la comunidad, modificar la representación social de los PIJs y de los usuarios y contribuir al desarrollo a nivel local de la normalización del fenómeno. Tareas necesarias en la comunidad serían:
  • fomentar la reflexión y el debate en la población general
  • e involucrar a otros colectivos que también están en contacto con los usuarios de drogas, a las familias, asociaciones, organizaciones ciudadanas, ONGs y parroquias, de forma que la propia comunidad colabore y participe de forma activa en los problemas y la búsqueda de soluciones, sin olvidar el papel que puedan desempeñar los medios de comunicación locales
Por otra parte, es necesario disponer de buenas redes de derivación a servicios específicos de drogodependencias, así como a servicios de atención primaria y a otros recursos de la red social.
En muchos casos, las derivaciones a tratamiento que realizamos desde nuestros servicios chocan con la escasez de plazas, problema que tendrá que ir solucionándose.
En algunas ocasiones es deseable integrar los PIJs en recursos más globales, de forma que no constituyan una oferta aislada, sino una oferta más. Esto entraña una mayor facilidad para pasar de unos recursos a otros -de PIJs a Programas Libres, de Libres (p.e. en recaídas) a PIJs, etc.- y más flexibilidad de los programas y centros.
Por último, recordar que los programas necesitan continuidad en el tiempo y en los contenidos.
Participación de los usuarios

Un segundo factor que va a determinar la eficacia de los PIJs es, en mi opinión, la participación de los propios consumidores de drogas en todo el programa, desde la planificación hasta la difusión de mensajes preventivos. La propia población afectada tiene que hacerse con el mensaje, apropiárselo, trabajarlo, traducirlo a su código.
Además, escuchar lo que ellos conocen, los factores que influyen en su comportamiento, la manera en que viven, hace que nuestros mensajes preventivos sean más realistas, pues muchas veces por desconocimiento recomendamos cosas imposibles de llevar a la práctica ('hierve las jeringuillas', cuando vive en la calle).
Es deseable que entre los objetivos de los usuarios de drogas esté la existencia y uso de los PIJs. Sin embargo, no podemos pretender que los usuarios hagan suyos nuestros objetivos si la comunicación no es horizontal, sino prescriptiva.
Si es posible, resulta positivo fomentar, apoyar, y/o proporcionar medios (local, información) para la organización y asociación de los propios usuarios. Si se cuenta con un local, quizá haya personas interesadas en reivindicar derechos, trabajar en la información sobre riesgos, etc.
Cómo dar el mensaje

Hay factores que determinan si los mensajes preventivos llegan o no. Comentaré los más relevantes a mi juicio.
Respetar
Desde un PIJ es fundamental aceptar plenamente al usuario de drogas, reconocerle como ser humano con los mismos derechos que cualquiera, entre ellos el de escoger cómo quiere vivir, si quiere ayuda y de qué tipo. Los usuarios son tratados como personas adultas, responsables, autónomas, con derechos y deberes que respetar. Es importante dar las gracias, pedir perdón, etc. cuando sea procedente.
Escuchar
Cuando la comunicación es bidireccional es más fácil la introducción de mensajes preventivos. La escucha activa requiere atender las necesidades sentidas y planteadas por los usuarios. El principio básico al evaluar las necesidades de los usuarios es escuchar lo que dicen. Es necesario prestar atención a las emociones, cómo y qué siente la gente, qué significan para ellos determinadas cosas, nos ayuda a entender por qué la gente se comporta de una u otra manera. Hacer preguntas, resumir, también nos ayuda a entender a la otra persona. Conviene asegurarnos de que el otro tiene tiempo y ganas de hablar. Incluso se puede preguntar si tiene tiempo.

No juzgar
Condenar una conducta de riesgo como algo estúpido o increíble no va a cambiar conductas. Los mensajes no deben implicar prescripción, imposición o prohibición, es vital respetar la libertad personal de la otra persona. Los mensajes tampoco deben ser culpabilizadores.

No ser paternalista
Ni dar consejos sobre cuestiones personales o de comportamiento.

No hacerse responsable de los problemas de alguien
Mejor motivar y apoyar a la gente para que resuelvan sus problemas por su cuenta.

Usar un lenguaje fácil de entender
Es importante conocer el argot.

Apoyar los cambios positivos
De conducta y actitud (fortalece autoestima y autoeficacia).

Demostrar interés
Preguntar cómo se siente la gente, dónde estaban, interesarse por los que no vienen últimamente.

Credibilidad
Nuestras propuestas han de ser posibilistas, no maximalistas. No intentamos atemorizar, más bien desmitificar y desdramatizar. Es importante ser siempre sinceros sobre lo que podemos hacer, ofrecer apoyo en caso de problemas sólo si lo podemos cumplir. La prevención del SIDA exige confianza (se tocan temas muy personales, como comportamiento sexual y uso de drogas). Centrarse sólo en el SIDA, hablar sólo de uso y sexo más seguro, no es atractivo; es recomendable incorporar el mensaje de la prevención del SIDA en una estructura más amplia de la subcultura de los usuarios, centrándose en la salud en general y otros temas de interés. Si la gente confía en nosotros, contactarán para otras cuestiones al margen de la prevención del SIDA. No podemos negar esas necesidades sin perder nuestra credibilidad.

Cambio de hábitos

En lo que se refiere al cambio hacia comportamientos preventivos, constatamos que muchos usuarios de drogas tienen dificultades en adoptar conductas más saludables (como desinfectar jeringuillas, cambiar de vía, etc.) pero seguramente no difieran de otras poblaciones ante cambios como reducir el consumo de tabaco, el uso de preservativos o hacer ejercicio.
Además, es mucho más difícil inyectarse droga de forma segura cuando lo que consumes es ilegal, y es casi imposible encontrar un lugar donde estar tranquilo y seguro para poder inyectarse. En un curso que el NIAD holandés impartió en el Comité antiSIDA de Madrid, los técnicos tuvimos que preparar un 'pico seguro' y pudimos comprobar la complejidad de esa conducta y la imposibilidad de llevar a cabo muchas veces los comportamientos que proponemos ('limpia todo muy bien aunque estés en la calle').
Además, el comportamiento preventivo muchas veces demora la obtención de placer inmediato, y sus riesgos son sólo probables y a largo plazo.
Es necesario, por tanto, contar con un abanico de alternativas realistas construidas junto a los usuarios, posibles y aceptables. En un PIJ, técnicos, voluntarios y usuarios pueden trabajar situaciones reales y medidas de prevención; situaciones como no tener jeringuillas, no disponer de agua limpia, no tener un algodón limpio o toallitas de alcohol, hacerse un chino, esnifar parte de la droga para quitarse el mono y después buscar jeringuillas limpias, lavarlas aunque sea con agua,...
No sólo es importante que las personas sepan lo que hay que hacer, sino cómo hacerlo. Si el personal del PIJ no sabe cómo se pone una inyección correctamente o desinfectar una jeringuilla, tendrá que aprender. En algunos estudios se ha puesto de manifiesto que personal 'educador' carece muchas veces de esas habilidades. Muchos usuarios de drogas no saben tampoco cómo desinfectar, o no tienen habilidades sociales para negarse a compartir. Todo esto se puede entrenar.
Inyectarse correctamente no es algo que se aprenda de la noche a la mañana. Una técnica se aprende y mejora con la práctica. Si el PIJ dispone de espacio y tiempo se puede ensayar o incluso utilizar un video sobre 'pico seguro'.
Otro recurso es fomentar la auto-eficacia mediante modelos a imitar. Los usuarios de drogas, como todo el mundo, se copian mutuamente, juzgan y critican la conducta de sus compañeros, etc. Algunos usuarios que actúen como agentes de salud pueden enseñar a sus compañeros.
Si es posible, es interesante trabajar con grupos de usuarios empleando métodos participativos y capacitando a los individuos a afrontar situaciones de riesgo. Las principales dificultades están en conseguir mantener una participación continuada y la falta de flexibilidad de las administraciones.
Muchas soluciones a los problemas de adoptar hábitos saludables son complejas, puede haber distintas soluciones más o menos aceptables por unas u otras personas: desde los PIJs se pueden fomentar de forma individual las soluciones de problemas, y también en grupos.
Los principales problemas de los comportamientos preventivos devienen del entorno donde se produce el consumo. En coherencia con nuestro mensaje de uso más seguro de drogas, los PIJs pueden plantearse el fomento de salas de inyección donde se puedan poner en práctica las técnicas preventivas.
Otro recurso importante son los folletos y materiales adaptados a la población diana, a ser posible elaborados y distribuidos con la colaboración de los propios usuarios.
Quizá el recurso más interesante sea contar con agentes de salud en su propio medio, es decir, las propias personas consumidoras de drogas pueden difundir entre sus conocidos las medidas preventivas. Su particpación en la elaboración y desarrollo de los servicios promueve además la comunicación horizontal. Es importante animar y apoyar el efecto de bola de nieve: pidiendo a los usuarios que pasen la información a sus compañeros, involucrándolos en la realización y reparto de material informativo, etc.
Por último, desde los PIJs se pueden organizar actividades: reuniones especiales para informar a los voluntarios, trabajadores, miembros de la comunidad, sin olvidar a los usuarios de drogas sobre temas como: derechos legales, temas médicos, cambios en la ley, SIDA, hepatitis, etc.
Gloria García Lalinde
Publicado en el 'Boletín GiD', nº 16, julio 1997.
 http://www.lasdrogas.info/index.php?op=Sida&link=Educacion

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